Me fue inevitable escuchar una conversación en el transporte publico, entre una señora de mediana edad y una adolescente, para no hacer larga la historia, la joven venía de sus clases de «confirmación», según entiendo es una tradición de la Iglesia Católica. La señora interrogando a la joven acerca de qué era la confirmación, en resumen la respuesta dio a conocer que ella no sabía porque tenia que confirmarse, que significa, ni nada parecido, solo sabía que tenía que recibir el tercer sacramento de la iglesia para luego seguir con el cuarto; según entendí tenía que ir a este tipo de clases todos sábados, toda la tarde.
Pasado esto quedé pensando acerca de todo el esfuerzo, tiempo y recursos que gastan miles de jóvenes en ir a estas cosas sin sentido alguno, que ni ellos mismos saben porque las hacen, cuando todo lo anterior mencionado podría estarse invirtiendo en aprendizaje de calidad (sé que me estoy pasando de optimista). Luego vino un segundo pensamiento, el pensamiento de debo ser tolerante con los demás y en sus creencias.
Desde mi punto de vista esto no es posible, no nos podemos quedar de brazos cruzados viendo como miles de personas son engañadas con palabrerías y falsos fundamentos, cuando estas mismas personas podrían estar aprendiendo cosas verdaderamente útiles, generando ideas para el cambio o ayudando al «prójimo» de verdad .
En conclusión, intenté ser tolerante con las religiones, pero no pude, no tolero ver como la gente es engañada y amarrada a tradiciones estúpidas sin sentido.
Die Religion … Sie ist das Opium des Volkes, lo que en buen castellano es «La religión es el opio de los pueblos» — Karl Marx